Mi familia es de origen
humilde pero llenos de bondad, vivíamos en un pequeño pueblo de Andalucía, tan
pequeño, que no consta en todos los mapas.
Mi padre murió el año pasado
y no tuve las fuerzas necesarias para ir a darle el último adiós, no quería que mi madre, que es una santa, me
viera en aquel lamentable estado.
Me uní muy joven a una mujer muy dulce que me veneraba,
tuve tres hijos con ella. La engañé varias veces porque soy incapaz de
controlar mis vicios. Un día, cansada, se marchó para no volver jamás, de eso ya hace tres años.
No he intentado encontrarlos porque en el fondo sé que no me los merezco.
Reflexiono sobre mi vida y
llego a la conclusión de que nunca he luchado por conseguir algo y me
cuestiono:
¿Quién mueve los hilos para
manejar la actitud de las personas?
¿Por qué yo?
Tengo 42 años y ahora sé que en mi vida han habido personas que me han querido mucho y que nunca he
sabido apreciar como se merecen.
Por eso me ahogo en este
pozo de desdicha, sólo necesito un pequeño espacio para esconderme y jamás
sacar la cabeza ni para respirar; haciendo balance de mi existencia… no merezco el
oxígeno de la vida.
He tenido una pesadilla, me he visto atrapado en un espacio sin salida,
absorbido por mis vicios, esclavizado por mis placeres y ahogado por mis
flaquezas.